
Ayer 17 de mayo tuvo lugar la gran final de la Copa de la UEFA en Glasgow. Una gran final en la que participaban dos equipos españoles, el Sevilla y el Espanyol siendo el Sevilla el campeón por segundo año consecutivo. El triunfo se decidió en la tanda de penaltis en la que pudimos ver al gran guardameta sevillista, Andrés Palop, tras parar tres penas máximas convirtiendose así en el protagonista del encuentro.
El Espanyol llego a Glasgow a cobrar una "deuda", y pese a lucharla, sigue pendiente; volvió a quedarse a las puertas de conquistar la copa de la UEFA como pasó hace casi 20 años.
Miles de aficionados de estos dos equipos dieron color a las calles de Glasgow. Los Sevillistas llegaron con la ilusión de ser bicampeones y la afición blanquiazul llego hasta tierras escocesas con la ilusión de verngarse de la final de Leverkusen, pero no pudo ser.
Fue un día y una noche de lloros. Lloraba el cielo desde el amanecer de la emoción dicen, lloraba la afición sevillista de la alegría de ver a los suyos con la copa, lloraba Barcelona por perder esa copa que tanto deseaban, y todo el estadio se tiño de las lagrimas de la afición blanquiazul con el corazón encogido por la derrota.
Aún así esa noche en Glasgow no se dejaba de escuchar cánticos españoles. El Espanyol no dejaba de animar a los suyos y los sevillistas eran la viva expresión de la euforía, y no cesaron de cantar.
Y esque como se suele decir: "lo bonito del fútbol es que la medalla de plata se gana perdiendo..."